martes, 18 de enero de 2011

YA NADA ES LO QUE ERA

Entre tus caderas y tu interminable espalda,
dibujé con exceso de calma y cierta dosis de miedo,
una espiral de ilusiones mezclada con tantos besos,
que en tu cuello florecieron cientos, miles de versos.

Deseos, y hasta postales, anhelos y algo no cierto,
formaban parte de un todo,
crecían en nuestros cuerpos,
pero algo inesperado desvaneció los excesos.

Y tu ausencia, mis recesos, la incertidumbre y lo cierto,
resumieron pese a todo,
que tu cuerpo y tus silencios
eran el fruto podrido de mil millones de sueños.

Y es por eso que esa noche,
tras llorar mi desconsuelo,
regalé mis pesadillas,
a mi amor más verdadero.

Mas fue brillante aquel beso,
y las risas y los cuerpos
que desnudos regalaron
pasiones y desenfrenos.




***
Ismael Serrano – Ya nada es lo que era

domingo, 16 de enero de 2011

CONVENCIMIENTO

Podría ser cremallera
de fácil cesión,
que amparada por la noche,
cediera a la verborrea hecha broche
y ante palabras líquidas se abriera.

¡Podría creer que tal unión no existe,
y que tan sólo la pasión embiste,
en las fugaces auroras domingueras!

Incluso podría dejar de ser fiera
frente a las masas de juventud informe,
obsesas por ser a las reglas sociales conformes,
desechando anhelos que jamás se supieran.

Mas cual sirvienta de sueños me retiro a mi estancia
de notas, abrazos, candentes caricias,
donde sin vanidad y con mimo construida
en la complicidad he sido instruida,
y donde el romance cierto ha dejado constancia.

***

viernes, 14 de enero de 2011

RESIDUO

Es triste creer que la vida
es tan sólo un flujo
de pasiones encendidas
y de hoteles puestos de lujo,
en los que desconocidos se aferran
a espaldas ajenas
sin más intención
que la de sentir sin tapujo.

¡Astuta cordura es ésa,
la de la que se imagina condesa
del hombre que tiene frente a sí,
sin acaso componer las piezas!

Desbarajustado puzzle hay que encajar
si queremos avistar que, una vez roto el hechizo,
lo que lucía de color cobrizo
es apenas burda hojalata que, fea y soberbia,
palidece ante el sollozo,
y no sostiene siquiera un lamento
de la que se creía su dueña.

***

jueves, 6 de enero de 2011

HUELLAS DE ARENA


Quizá en algún momento quise olvidar
que las burbujas de aire siempre quiebran:
dóciles e infantiles han de llegar
a ceder por el tiempo que desintegra.

Y así, cual videntes, vemos lo que ahora resta:
trozos meteóricos que colisionan,
por el ímpetu de la Tierra,
y, esparcidos por la vida,
se alejan prestos y sin vuelta.

Nadie advirtió de que crecer tuviese el color
de las amapolas marchitas,
que van tornándose cruentas;
y que se yerguen sobre un cielo apagado,
sin estrellas ni cometas.

Las constelaciones se forman en paz,
y los de abajo nos negamos a observarlas,
¿mientras nos consuele una mano en nuestra espalda,
qué importa lo que el firmamento narra?

Mas cuando las noches se pueden contar
de diez en diez, o de doce en doce,
crece la nostalgia de lo que creímos;
y cual niños reímos, al comprobar que de la infancia
acaso quedan roces.

La confianza entonces amarga nuestro paso,
y vocea que cómo pudimos creer en ella:
"¡date cuenta, mujercita, que a juzgar por los abrazos,
poco ha de dejar eterna mella!"
***